
OS LUSÍADAS Luís de Camoés (Canto Quinto XXVI a XXX)
OS LUSÍADAS Luís de Camoés (Canto Quinto XXVI a XXX)
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XXVI.
«Desembarcamos luego en la espaciosa
Arena dó la gente se lanzaba
De ver las cosas raras codiciosa
De tierra que otro pueblo no soñaba:
Mas yo, con los pilotos, en la hermosa
Playa (por ver la parte en que me hallaba)
Me detengo á tomar del sol la altura,
Y á acompasar del mundo la figura.
XXVII.
Y vi que habia ya más que pasado
Del semícapro pez la grande meta,
Estando entre ella y el circuito helado
Austral, parte del mundo más secreta.
Aquí, de mis compaños rodeado.
Un hombre estraño ví, de cútis prieta,
Que la gente prendió, mientras apaña
Dulces panes de miel en la montaña.
XXVIII.
«Él parece cual hombre sorprendido
Que no se ha visto nunca en tal estremo:
Ni entiende, ni de nos es entendido,
Salvaje más que el rudo Polifemo:
Le enseño muestras del vellon pulido
Dó el de Cólcos halló metal supremo,
Y plata fina, y rica especería,
Y á nada de esto el bruto se movia.
XXIX.
«Mando mostrarle luego con empeño,
Ya cuentas varias de cristal luciente,
Ya algun sonante cascabel pequeño,
Ya un gorro del color de grana ardiente;
Y conocí, por su cambiar de ceño,
Que con esto se alegra largamente:
Le hago soltar, con todo, y así fuimos
Para el pueblo que ya muy cerca vimos.
XXX.
«Mas luego al otro dia sus parceros,
Desnudos, negros como tinta nueva,
Vienen bajando á nos por los oteros,
Las piezas á buscar que el otro lleva;
Y domésticos tanto y compañeros
Se nos muestran, que logran que se atreva
A ir Fernan Velloso á ver sus modos;
Y al monte y poblacion sube con todos.